-Emm ¿te lo quitó el todo? –preguntó Jarris un poco cortado.
-¡Claro! Bájala hasta abajo- respondió Rebeca alegremente
Jarris siguió bajando poco a poco hasta que volvió a ver
tela.
Cuando llegó al final de la cremallera y vio lo que parecían
unas braguitas rojas dijo:
-Ya está, no se puede bajar más.
-Muchas gracias- dijo Rebeca y seguidamente empezó a
quitarse el disfraz.
Jarris muy cortado miró por la ventanilla para no verla
semidesnuda.
De pronto Dora se le vino encima y escuchó como Rebeca se
reía
-Qué graciosa eres ¿no?-Dijo Jarris en tono sarcástico
mientras se quitaba el disfraz de encima.
-Aguantame un momento mientras busco mi ropa.
-Yo te aguanto lo que quieras-dijo Jarris mientras le miraba
el culo, ya que Rebeca se había dado la vuelta y estaba de rodillas encima de
asiento mientas buscaba su ropa en una bolsa que tenia en el maletero.
-Jaja que tonto- dijo Rebeca mientras se daba la vuelta con
la ropa en la mano- te gustan mis braguitas de Hello Kity por lo que veo.
-Si, son bonitas- dijo Jarris con la cabeza inclinada
intentando que no se le cayera la baba. Por lo menos había quedado demostrado
que no era un travelo, y si lo era, estaba muy bien operado.
Rebeca empezó a vestirse, mientras tanto, Jarris hacia que
miraba por la ventana mientras la espiaba por el rabillo del ojo.
- Bueno, pues ya está- dijo ella cuando terminó de vestirse.
Salieron del coche en el momento en que la lluvia se calmó
un poco y llegó el momento de decidir.
-¿A dónde vamos? – preguntó rebeca
-Pues si quieres, podemos ir a tomar un chocolate con curros
a una cafetería que hay en la calle Espartero, yo siempre voy en navidad
después de la cabalgata de Reyes.
-¡¡OH!! que linda idea- dijo rebeca y Jarris se asombró al
ver que no le mandaba a la mierda por
una vez en su vida.
Volvieron a Sol para tomar rumbo a la calle Espartero.
Mientras caminaban Rebeca iba saludando a Patricio, a Bob
Esponja, a un viejo que repartía rosarios y a varias estatuas vivientes que
estaba por allí.
Cuando llegaron a la cafetería Espartero (menuda propaganda
que os estoy haciendo) pasaron al final del pasillo y se sentaron en una mesa
con dos sillas.
No tardó en llegar el camarero cabrón, que la última vez le había
intentado timar 6€, para tomarles nota.
-¿Tu que quieres?- preguntó Jarris.
-Yo un cacao ¿no?
El camarero miró indiferente. Al ver que no escribía
nada Jarris tomo la iniciativa.
-Nos pones 2 tazas de chocolate y ¿Qué prefieres churros o
porras?
-¿Yo? Unas porras por supuesto- contestó rebeca- y que sean
bien gordotas eeeee!- dijo ella dirigiéndose al camarero.
En ese momento a Jarris se le iluminó la cara.
- Muy bien, o sea que 2 de chocolate y una de porras- dijo
el camarero cabrón- Marchando.
Les dejó solos y comenzó un incómodo silencio.
Tenía que decir algo, algo inteligente o gracioso o las dos
cosas. Pero ¿Qué estaba diciendo? Era Jarris, él no sabía hablar más que de
garrufos, videojuegos y chistes malos.
En ese momento que acordó de un chiste que le había contado
Agualoca, de quien hablaremos en otra ocasión, hace poco. Sin pensarlo dos
veces empezó a contarlo.
- Se abre el telón y se ve una linterna gigante, se cierra
el telón ¿Cómo se llama la serie?- ella le miró con cara de no tener ni idea-
¡¡¡El linternazo!!!
En ese momento Gila y Eugenio (para los que no sepan quienes
son, eran humoristas) se revolvieron en sus tumbas deseando matarlo, pero la
impresión que causo a Rebeca fue justamente la contraria. La chica empezó a
partirse de risa, tanto que la poca gente que había en el local les miró con la
típica cara de indiferencia que miran los jubilados a los jóvenes que se
comportan de una forma que está fuera de sus límites.
Esa sensación de complacer a otra persona, que tan pocas
veces había experimentado Jarris, le llevó un estado de énfasis y felicidad, tal fue ese estado que él también empezó a risa carcajadas. En ese momento
llegó al camarero con su pedido y, por respeto, los dos se contuvieron al instante. Cuando terminaron de tomar el chocolate con porras, Rebeca fue al
baño.
Habían estado hablando alegremente de los dos, pero sobre
todo de ella.
Para resumir cabe decir que Rebeca era una chica Argentina,
de diecinueve años, guapa, alegre y, por lo que habían hablado, compartían casi
los mismos gustos.
Habían estado hablando del porqué del traje de Dora la
exploradora y resulta que Rebeca estudiaba imagen y sonido, por lo que en la
cabalgata de reyes había hecho de este personaje y ahora después de la fiestas
de Navidad nadie quería quedárselo así que decidió llevárselo a casa y los fines
de semana sacarlo pasear por Sol y así sacarse unos eurillos para poder pagar
el alquiler de su piso, el seguro y la gasolina del coche.
Era simplemente perfecta.
Se agradecería a los lectores que comentasen sobre si les han gustado o no las diferentes partes de Cerda 211. atentamente:
Critical
2 comentarios:
POr ahora va de putisima madre, y esto tiene que rular...
Al menos la trama esta bien hecha... Asi que me gusta!
Malditos anonimos dejaron veeeeeeeeeeer!!
jjeejej
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