jueves, 9 de febrero de 2012

Cerda 211 3ª Parte



Al ritmo de Buffalo Soldier Jarris se duchaba, afeitaba, vestía y salía de casa para encontrarse con su posible nueva Buenamadre. Desconocía gran parte de sus gustos, su país de procedencia y sobretodo su nombre, lo único que sabía el mierdaputa de Jarris era que su apodo en el Miting era “la conejita que más te quiere”, aunque con el seudónimo, la foto de perfil y la posibilidad de que fuese una mujer, a él le bastaba. Se paró en el instituto para robar WiFi y escribirle al mierda puta del primo de Will un Wass up, cuando un chucho perro sin nombre levantó la pata y le meo las zapatillas.
A punto estuvo de dar una patada a la rata meona cuando vio que al final de la correa, que le mantenía atado a un radio de quince metros de su dueño, estaba Ganja.
-Tío a ver si educas a la mierda que tienes por mascota por que las zapatillas eran nuevas.
-Relájate tío, vives atado por los lazos de Babylon- respondió Ganja claramente fumado.
-Si... claro... ¿qué pasa que has vuelto ver al moro?
-Si tío, y tengo que decirte que ese tío si que sabe, se pasa el día tirado en su cojín de fumar meditando sobre la vida y sus innumerables caminos...
-A pues muy bien- Dijo Jarris sin dejar de mirar al móvil.
-¿Y tú qué haces aquí?- Preguntó Ganja.
- Na robando WiFi a los capullos estos, es que me voy pa el metro que he medio quedao...
-¿Con una Zagala?
- Eso creo... -Contestó Jarris sonriendo-¿Qué pasa que tenías algo pesado?-Preguntó.
-Si, bueno es que como ya te he dicho he estado en casa del moro y bueno me da un regalito...
-¿De qué tipo?
-Del tipo garrufo. Es que estuvo en Ámsterdam antes de que pusieran la nueva puta ley, que me cago en su madre (el sentimiento está reflejado por parte del autor) y compró con unos colegas un cacho de turrón, que lo metieron en unos condones y a su vez dentro de su culo, que se ve que con eso de la meditación pues aprendido a controlar su cuerpo y sus esfínteres o no se que movidas, que dice que se pueden llegar a correr sin tocarse y no se que cosas... Que digo yo que sólo tiene que ser sano ni na...
- Si bueno ¿y que?- Preguntó Jarris nervioso.
- Eh? a no nada que cuando llegó aquí empezó a sacarse tos los condones, que los tenía atados con un hilo, porque el chaval es muy apañado, y empezó a pasar y nada que en dos días se le acabó to. Pero como yo soy cliente habitual y amigo, pues me ha guardado un poquillo. Lo tengo por aquí.
Apartó a su pero de una patada y se quitó primero la zapatilla y después el calcetín de dónde sacó un pegote marrón de lo que parecía ser doble cero.
-¿Ves esto?- Dijo Ganja- es mierda culera de primera calidad.
- No, sí ya lo veo- respondió Jarris.
- ¿Te hace un garrufo?
- Mismo- respondió Jarris y los próximos 20 minutos nos lo saltaremos porque los que está leyendo esta historia se lo saben a la perfección.
Continuamos en el momento en el que Jarris mete el billete con dificultad en la rendija el torno del metro.
Línea 3 hasta Sol.
Cuando se sentó al lado de una anciana, que puso mala cara al ver que no dejaba ese sitio libre para otros futuros pasajeros que lo necesitase más que él, aunque en ese momento no hubiese nadie en peor estado que él, hizo una recopilación de lo que había hecho y de lo que tenia que hace.
Su cabeza funcionaba como una tortuga, pero si era constante llegaría tarde o temprano la meta y se follaria a la liebre.
Había salido de su casa, se había detenido en del instituto, había hablado con Ganja y con el mierda de su chucho perro y después de un enorme Bob de doble cero, que había afectado hasta a los andares de la rata de Ganja, o eso le parecía a él, se había dirigido al chino para comprarse unas chuches y seguidamente al metro en donde se encontraba ahora.
Pues bien, ahora solo le quedaba saber que haría, estaba en Callao y tenía que bajar en Sol, por lo cual le quedaban un número de paradas que él era incapaz de calcular.
Después de bajarse tendría que salir de Sol y dirigirse al oso y el madroño en donde había quedado con “la conejita que más te quiere”. Sólo tenía que buscar una chica cerca de la escultura que tuviese un paraguas, era fácil hasta para alguien en su estado.
Lamentablemente, el juego de la bolita que tenían al móvil le mantuvo tan atento que se pasó dos paradas, por lo que tuvo que volver a coger el tren en sentido contrario. Cuando por fin llegó a Sol, salió por la parada de la Mallorquina y, aun después de comerse 2€ en chuches, tenía hambre así que se compró una trufa de chocolate.
Cuando salió de la Mallorquina vio que en el tiempo que él había estado en la cola había empezado a llover.
Ahora sí que le parecía jodido encontrar a su Buenamadre. Con una mano poniéndose la capucha y otro sujetando la trufa se dirigió hacia el oso. Por el camino, las estatuas parecían apenadas por el resbalar que las gotas de lluvia producían en su rostro y Bob Esponja y Patricio estaban sospechosamente juntos resguardándose de la lluvia debajo del toldo de un quiosco.
¿Cómo podrían encontrarla?
Fácil, preguntaría.
Su primera víctima fue una chica que encajaba con la descripción de su futura Buenamadre, se acercó y cuando fue a preguntarle la chica le dijo:
- No quiero vender mi oro gracias...
Jarris se quedó muy rayado y le dijo:
- No, si no era eso, sólo quería saber si eres “la conejita que más me quiere”.
Seguidamente Jarris noto el sonido y el tacto de lo que más tarde reconocería como un bofetón, que apuntaría en su agenda para futuros cálculos.
Probó suerte con más mujeres, pero fue inmediatamente rechazado.
Pero en un momento de mezcla entre ira e impotencia gritó en medio de Sol:
-¿¡Quien coño es la conejita que más me quiere!?
No se dio cuenta del ridículo que había hecho hasta que una voz contestó:
-Yo.

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