jueves, 31 de enero de 2013

Cerda 211 11ª Patre. FINAL


Era un día cualquiera, de estos calurosos en los que no sabes que hacer por que ya has terminado las clases y estas deseando irte a la playa o al campo o donde sea y desconectar con el estrés que implica vivir en un barrio como VillaBong, cuando a Jarris le dio por pensar, y pensó.
Pensó que llevaba con Rebeca más de 3 meses, ya que 4 son más que 3, y que ese mismo día harían su 4º mes juntos. Se dio un aplauso a su mismo y siguió pensando.
Pensó que dentro de poco sus padres tendrían vacaciones y que probablemente irían a la playa. La misma playa a la que llevaba yendo toda, la misma playa en la que hace más de 10 años conoció a su primer amigo mientras pisoteaban  un castillo de arena y se reían del pobre niño que lloraba, la misma playa en la que había pasado horas y horas mirando las olas e imaginando que surcaba los mares con su velero y se tiraba a una guarri en cada puerto, su playa, Matalascañas.
Tras esta breve reflexión se quito lo poco que llevaba encima debido al calor y se metió en la ducha.
Después de versionar “It’s raining Men” a su manera, salio de la ducha, se enrollo la toalla en la cabeza y, frente al espejo lleno de vapor empezó a posar desnudo y a marcar músculos al grito de “uuuuh ¿Quién es tu papi?”.
Volvió a recordar a rebeca y tras desempañar la parte central del espejo, por que las esquinas estaban llenas de corazones con las iniciales J&R, pensó que sería buena idea practicar consigo mismo lo que quería decirle.
Finalmente terminó pasando de todo y diciendo: “Hoy la meto en caliente”.
Se vistió con unos vaqueros tan piratas como él y una camiseta de los Raptors, se puso las chanclas y salió de casa para hacer el mismo recorrido que hacia cada día.
Tardó menos de 15 minutos en llegar al portal de Rebeca.
Llamó al telefonillo y contestó una dulce voz femenina.
-¿Quién es? -Dijo la voz.
A lo que Jarris respondió- Soy tu papi nena.
-Ah Jarris eres tú, un momento que te paso a Rebeca.
En ese instante sintió como sus huevos subían como un ascensor en dirección al cuello.
-Jarrito, sube, sube.- Acto seguido sonó la puerta y Jarris, aun rojo, la abrió agradeciendo que no hubiese contestado el padre.
Subió las escaleras de un cuarto piso sin ascensor pensando que, como cada día, se había duchado para nada.
El último escalón lo subió a cuatro patas casi arrastrándose por el suelo, pero nada más ver que la puerta se empezó a mover, se puso de pie de un salto propio de alguien digno de llevar su camiseta.
-¿Cómo estas mi amor?- preguntó Rebeca.
-Asado como un pollo- respondió él.
Cerró la puerta y atravesaron el pasillo en dirección a la habitación, no sin antes pasar a saludar, por obligación, a de la que pocos minutos antes habría sido su papi.
Momento incómodo.
Por fin llegaron al cuarto de Rebe y se tumbaron en la cama a besuquearse dejando un ligero espacio entre sus cuerpos para que pasase el aire.
Entonces llegó el momento.
-Rebe te tengo que decir una cosa- dijo Jarris en tono romántico.
-Vale, pero espera, déjame hablar a mi primero- dijo ella poniéndole el dedo en los labios.- He pasado los cuatro mejores meses de mi vida y han sido contigo, has cambiado tan solo para adaptarte a mi, haces que cada noche cuando nos despedimos no pueda irme a la cama sin pensar en lo feliz que soy a tu lado y al despertarme poder tener la certeza de que pasaré otro día mas contigo y quiero que siga siendo asi durante mucho tiempo. Jarris, te quiero.
A él no se le ocurrió nada mejor que decir:
-Y yo mi yuli- seguidamente la besó.
El mejor beso de su vida, es lo único que recuerda de él.
La frente le ardía y sentía como latía su corazón en cada centímetro de su cuerpo.
Intentó abrir los ojos pero el más misero rayo de luz le cegaba como si llevase dormido toda una vida.
Intento abrir la boca para gritar pero cual fue su sorpresa cuando noto que dentro de ella tenía un tubo.
Lo primero que se le pasó por la cabeza fue que unos alienígenas le habían abducido, por lo que intentó mover la mano y, con mucho esfuerzo, llevarla hasta el tubo de su boca y arrancarlo lentamente mientras unas enormes arcadas le recorrían todo el cuerpo.
En el momento en el que el final del tubo salió de su garganta dio una reseca bocanada de aire que se quedo en un casi.
Sentía que se ahogaba, como si sus pulmones no cogiesen el oxigeno del aire, por lo que volvió a coger el tubo y a intentar chupar aire de el, pero no funcionó.
Tras unos interminables segundos de desesperación empezó a sonar un pitido hasta que una mano le coloco en la cara una mascarilla de plástico pegada a una bola azul.
Se desmayó.
Volvió a despertar, esta vez pudiendo distinguir figuras.
Ya no tenía el tubo ni la bola. Ahora unos tubitos transparentes llegaban hasta su nariz y le proporcionaban un frío y artificial respirar.
Se frotó los ojos y observo. Descartó la idea de la abducción ovni. Estaba en lo que parecía ser una habitación de un hospital, en una cama con unas sábanas blancas con el logo de sanidad de la comunidad de Madrid.
Se extraño al ver que estaba en una habitación doble pero sin compañía.
Estaba muy cansado, sentía la boca seca y áspera y le rugía la tripa de una forma que jamás había sentido.
Al poco tiempo llegó una enfermera sonriente con una bata blanca.
-Hola, ya te has despertado por lo que veo.
-Shhh, no chilles- dijo él sintiéndose como con resaca.
-Perdón, ¿Cómo estás?
-Hecho mierda- dijo él cerrando los ojos.
En ese momento le vino a la mente el recuerdo, cada vez más incompleto, de Rebeca.
-¿Qué me ha pasado? ¿Donde estoy?
-Tranquilo, estás bien que es lo importante. Toma, bebe un poco- dijo la enfermera ofreciéndole un vaso de plástico con agua.
Intentó levantar el brazo izquierdo, pues es el que más próximo estaba, pero solo lo consiguió mover unos centímetros, como si le pesase una tonelada y finalmente lo cogió con el derecho.
-¿No puedes mover el brazo izquierdo?- Preguntó la enfermera cogiendo una libreta y un bolígrafo.
-Puedo, pero me pesa demasiado, pero los dedos si que los puedo mover sin
problemas -dijo él y seguidamente llenó su boca de agua y sintió como su áspera lengua se hidrataba.
-Bueno, te voy a hacer unas preguntas ¿vele?
-De acuerdo, pero ¿me puede decir antes que hago aquí?
-Lo siento pero es mejor hacerte las preguntas primero ahora que acabas de despertar. A ver, ¿sabes como te llamas?
-Claro que se como me llamo, Jarris.
-¿Jarris? ¿Jarris que más?
-¿Cómo que qué mas? Jarris a secas, ¿qué más quiere?
-Vale, ¿Dónde vives?
-En un barrio del sur de Madrid, VillaBong se llama.
-VillaBong- apuntó la enfermera- y ¿con quien vives en VillaBong?- pregunto de nuevo un  poco incrédula, como si de un cuento de fantasía se tratase, como si estuviera hablando con un loco.
-Con mis padres, en mi casa.- respondió automáticamente sin pararse a pensar- y con mi novia dentro de poco.
- Tu novia.
-Si mi novia ¿Qué pasa?
-Nada nada, bueno pues es suficiente. Voy a venir ahora con un compañero ¿vale? Mientras tanto aquí tienes el mando de la tele por si quieres verla un rato y ponerte al día.
“Ponerme al día” dijo para si mismo mientras apretaba el número 5.
La televisión se encendió al instante.
En ella Ramón García y su capa compartían pantalla con Anne Igartiburu y sus respectivas copas de champán en lo que parecía ser la Puerta del Sol, como de costumbre llena de gente.
-¿Qué hacen poniendo esto a estas alturas del año?- dijo para si mismo mientras cambiaba de canal.
Fue haciendo zapping, pero nada le gustaba ya que solo echaban cosas como pesadilla antes de navidad, los gremlins (esos pequeños cabrones que si les das de comer después de media noche se vuelven más cabrones y si los mojas se multiplican como cabrones, pero que si les enchufas con una linterna, les prendes fuego y san se acabó), y como no ET, pero sobretodo gente semiborracha en la puerta del sol.
Al ver esta plaza tan llena de gente, se acordó del día en que conoció a su querida Rebeca ¿Estaría preocupada? ¿Estaría al corriente de lo que le pasaba? ¿Donde estaría? 
En ese momento escuchó a la enfermera que venia tonteando por el pasillo con otro medico, este sin bata, en dirección hacia su habitación.
Volvió a mirar a la tele con la esperanza de que pasasen de largo y le dejasen recordar en paz a su amada.
-Hola Jaime.- dijo una voz
Él ignoró la voz pensando que no se refería a él.
-Ssshhh, no sabe nada aun- susurró más alto de lo normal la enfermera- Jarris, ya ha venido el doctor.
-Hola eeeem Jarris- dijo el doctor- ¿Qué tal te encuentras?
-Bien- dijo él sospechando que el medico creía que era tonto.
-Bueno, antes de nada ¿necesitas algo? ¿Quieres comer o beber algo? Nos ha sobrado algo de la cena y si quieres hay champán...
-No gracias, con que me digáis que mierda hago aquí me vale.
-Tranquilo- dijo la enfermera intentado relajarle mientras le cogía la mano.
Jarris la miró a los ojos y seguidamente a su manos con cara de “pero que haces” y ella le soltó inmediatamente.
-Bueno voy a hacerte las mismas preguntas que te ha hecho mi compañera y algunas más. A ver ¿Cómo te llamas?
-Jarris, ya se lo he dicho.
-¿Y, donde vives?
-¿Otra vez? ¿No lo puedes leer del papelito que tiene tu amigota o de mi ficha medica o de donde sea y decirme de una vez que narices hago aquí?
- Yo también pienso que es lo mejor, es retrasar lo inevitable- susurro de nuevo al oído del doctor.
-Pues nada, yo creo que es mejor ir siguiendo los pasos correspondientes, pero si quieres oírlo todo de golpe allá tú, solo te pido que no te enfades con nosotros pues no tenemos la culpa de todo esto, en realidad nadie la tiene.
- ¿Culpa de que? ¿Me quieres contar ya que esta pasando? ¿Por que narices estoy en un hospital? ¿Por qué me siento como si me hubiese pasado un tren por encima?
-Vale, tranquilo, yo te lo cuento todo- dijo el medico mientras se sentaba en una silla a su lado.- En realidad no vas muy desencaminado. Tengo que decirte que no te llamas Jarris como tu te crees, en realidad te llamas Jaime Antonio Resines Novita- Jarris se quedó mirándole con cara de incredulidad.- Hace unos meses, 5 en concreto, sufriste un accidente con el coche, según nos contó la policía, conducías en dirección a Andalucía cuando entraste en un paso a nivel en donde poco antes unos niños habían estado manipulando las traviesas de la vía, con tal mala suerte que un bache hizo que la amortiguación bajase, una de las traviesas rompiese la barra de dirección y el coche se descontrolase. El airbag del volante no saltó y te golpeaste la cabeza con él, de tal forma que quedaste inconsciente. Tu padre, que estaba en el asiente del copiloto, y tu madre, que estaba en el de atrás, no sufrieron ningún daño y al darse cuenta de que estabais en mitad del camino del tren intentaron sacarte de todos los modos posibles, pero el tren fue más rápido que ellos y no pudieron hacer nada. La locomotora os arrastró varios cientos de metros hasta que se detuvo, pero fue demasiado tarde, pues cuando llegaron la policía, los bomberos y las ambulancias, ninguno de los tres reaccionabais. Intentaron reanimar a tus padres, pero el único que respondiste fuiste tú, aunque no como deberías, pues te quedaste en coma.
>>Cuando llegaste aquí, nadie tenia esperanzas de que sobrevivieses, pero María, mi enfermera, luchó por ti todo lo que pudo y fue la única que tuvo esperanzas de que despertases algún día; y asi fue, has despertado hoy y según parece estás perfectamente, quitando la poca movilidad de tu brazo izquierdo y la notable amnesia que sufres que, creemos, fue producida por el primer golpe con el volante.
El ahora llamado Jaime se quedo perplejo. No sabia que pensar. En un primer momento parecía que le habían contado un cuento, una de esas historias que ves en las películas de un chico al que le pasa algo y tiene que empezar todo desde cero y superar distintos obstáculos.
Millones de cosas se le pasaban en ese momento por la cabeza, pero lo que más importancia tenía era ella, Rebeca.
-¿Me estas diciendo que todo lo que recuerdo es mentira? Mi novia, mis padres, mis amigos, mi barrio ¿Todo es mentira? ¿No existe?
-Si, probablemente solo exista en cuanto a un recuerdo que ha permanecido en tu mente, pero que has ido deformando a lo largo de tu estancia en el hospital. Seguramente solo recuerdes de ellos cosas fugaces, como cuando te despiertas de un sueño.
-No fue ningún sueño, me acuerdo perfectamente de todo.
-¿Si? ¿Sabes como se llamaban tus padres?- preguntó el medico.
-Claro, emmm, Papa y Mama- dijo con la voz entre cortada y bajando la mirada.
-Es duro, lo se, pero es así Jaime, la vida es muy jodida y cuando menos te lo esperas te puede pasar algo que la cambie completamente.
-Y ¿y por que de ella me acuerdo perfectamente?
-¿De quien?
-De mi novia, Rebeca.
-Piensa en ella, intenta describírmela, sus ojos, su pelo, su voz.
Él se quedo pensando. Finalmente dijo:
-No puedo, se perfectamente como es, pero no puedo, no sabría describírtela, es como si todo lo que conozco de ella estuviese en mi cabeza pero sin una forma concreta, sin rasgos físicos, solo se que era ella.
-Lo siento, pero es así. Ella no existió. Probablemente solo fuese el recuerdo de alguien a quien conocías, alguna chica que te gustaba, de la que estabas enamorado y jugaste con ese recuerdo hasta hacerlo tuyo, hasta moldearlo como tú querías que fuese.
Toda encajaba, cada recuerdo que creía haber vivido se estaba desvaneciendo poco a poco. Ya nada tenía sentido.
-Pues si no está ella no quiero seguir despierto, volved a dormirme, sedarme o hacer algo para que todo vuelva a ser como antes.
-Lo siento pero no podemos. Es normal que te sientas destrozado por dentro, pero piensa que ahora tienes que empezar de nuevo, vivir una vida nueva, volver a hacer todo lo que te gustaba, conocer gente nueva y enamorarte, pero esta vez de verdad.
-¡¡Menos cinco!!- dijo la enfermera.
-Rápido, pon la uno que van a empezar los cuartos.
-¿Los cuartos?
-Si, se nos olvidó decírtelo pero hoy es 31 de diciembre de 2012. María rápido unas uvas para este chico. –dijo el medico sonriéndole.
-¡Voy!
-¿Es nochevieja y estáis aquí trabajando? ¿Qué sois los más pringados?
-No hijo no, es que esto es la pública y aquí pringamos en nochevieja, en navidad y cuando quieren ellos. La cosa ha empeorado mucho desde tu accidente, ya te pondrás al día.
-Uvitas para todo- dijo María
-¡Los cuartos, lo cuartos!
Jaime cogió su platito y miró sus uvas con un hambre atroz.
1, 2, 3 y así hasta doce campanadas.
-Feliz añooooo!!!!- gritaron todos a la vez
María le dio un beso seguido de un gran abrazo para felicitarle el año y el doctor le estrechó la mano fuertemente mientras le sonreía y le hacía olvidar todo.
Doce uvas, esa fue la primera comida de su nueva vida.

domingo, 27 de enero de 2013

Precuela The Walking Parking

Dado que el primer corto de zombis producido por Cortossolo tuvo bastante exito, estamos pensando en hacer la precuela de la historia, en otras palabras, el por que de toda esta historia, que para que los que han visto Rec seria como la 3 parte, la de la boda.

Hemos barajado varias opciones, desde un meteorito extraterrestre hasta un nuevo tipo de drogas que esconde mas que un simple subidón.

Y ya que piensan mas dos cabezas que una, si todos los que hemos visto este corto proporcionásemos una idea diferente para la precuela, y en un futuro la secuela, seria la leche, asi que si tenéis alguna idea chula comentarla por aqui o a nosotros mismo, y la valoraremos de una escala del 1 al 10 donde si damos un paso atras es un 1 y si saltamos encima de vosotros agradeciendoslo y dándoos el papel principal es un 10.

De la misma forma también os agradeceríamos que os ofrecieseis voluntarios para  este nuevo corto ya que cuantos mas zombis haya, mas molara, mas gente lo vera y se podrá difundir mejor.

Bueno esto es solo un comienzo, un folio en blanco con algunos tachones y garabatos pues solo tenemos una pequeña idea de lo que queremos hacer y aun nos falta el guion, las cámaras,  los micros y sobretodo los zombis a lo que matar xD.

Os mantendremos informados.

Que dia mas triste Cap. # 2

jueves, 24 de enero de 2013

Historias para SI dormir

Hace tiempo, conocí a una chica que, por cosas de la vida, fue muy importante para mí durante bastante tiempo. Uno de los días, mejor dicho noches, que estaba hablando con ella le pedí, en plan coña, que me contase un cuento antes de irme a la cama. Ella aceptó y me lo escribió todo por WhatsApp.


Había una vez (solo se puede empezar así un cuento) un hombre al que le encantaba viajar. Este, había estado en los lugares más preciosos, desde las Cataratas del Niágara hasta los fiordos noruegos, pasando por las pirámides de Egipto. Ese mismo año, para celebrar su 60 cumpleaños, se fue a Perú. Cansado de ver tanta ciudad, se cogió una mochila y se fue al bosque a perderse sin un rumbo fijo. Tras llevar más de tres horas caminando llegó a un pueblito precioso en la falda de una montaña por el que bajaban las cristalinas aguas de un arroyo cargado de vida. Paró para descansar a la orilla de este y así reponer fuerzas para desandar el camino de vuelta al camping.
Se acercó al agua y, tras llenar su cantimplora, se mojo la nuca y más muñecas para desprenderse del calor. Tras sentarse en una roca y respirar profundamente, divisó, detrás del puente, una misteriosa cerca con pañuelos de colores colgados de los oxidados alambres a causa del tiempo. Esto le intrigó y después de abrocharse las botas y cargar la mochila a la espalda, se acercó sin prisa cruzando el puente y bordeando un campo de patatas.
Al llegar, todo lo bello que tenían esos pañuelos desde la lejanía, se perdió al comprender que lo que aquellas vallas cerraban no era más que un cementerio. Pero no era un cementerio normal, tenía algo raro. Cruzó las cercas por una obertura que impedía el paso al ganado y se paseó de un extremo a otro de la necrópolis. Tras dar dos vueltas, se acercó a las tumbas una por una. En la primera leyó “María Azucena San Juan, 10 años, 5 meses y 37 minutos”. Miró a su derecha, “José Márquez Trenado, 7 años, 12 meses 4 horas y 15 minutos” Y un poco más adelante “Elizabeth María de la Rosa, 9 años y 40 minutos. Luis Gilberto de los Palmares 8 años, 11 meses y 23 horas” Al ver todo esto el pobre hombre no pudo hacer otra cosa más que llorar.
Tiró la mochila al suelo y se dejó caer suavemente hasta hacer ínfimo el recorrido de sus lágrimas al suelo. En esto que se lo acercó preocupado un aldeano y, al ver que lloraba le preguntó:
-¿Por qué lloras mijo?
 -Lloro por la injusticia del mundo querido amigo, en unos sitios los hombre legan a ser centenarios, mientras que aquí la tragedia ha hecho que mueran más de cien niños que yacen aquí mismo.
Al oír esto el aldeano se echó a reír y, tras ofrecerle su ayuda para levantarse le dijo:
-No se preocupe por eso señor, ninguna tragedia de las que usted habla ha ocurrido en este pueblo.
-¿No es tragedia que más de una centena de niños estén ahora enterrados bajo nuestros pies?
El aldeano se volvió a reír y al ver que el hombre se quedaba perplejo le explico el porque de todo aquello. -En nuestra aldea tenemos una tradición desde hace muchos años, cada persona que nace aquí, recibe una libretita y con ella una cadena para colgársela al cuello, ¿ve?- le enseñó la suya.- En ella cada uno escribe el tiempo en que es feliz, en el que esta contento realmente, por ejemplo su primer regalo de cumpleaños, su boda, el nacimiento de un hijo, las fiestas familiares y cosas así. Todos estos momentos se suman al morir la persona y son los datos que usted ve en las lápidas, pues para nosotros el tiempo que importa es el que realmente volverías a vivir, en el que estás a gusto, feliz. Por eso, señor, no es tragedia que en estas lápidas pongan solo 9 o 10 años, pues no son niños los que están aquí enterrados, sino adultos que pasaron sus vidas aquí, en estas montañas, viviendo felices y muriendo de esta misma forma, como nos pasará algún día a todos.
Al oír esto el hombre no pudo hacer otra cosa más que sonreír y darle las gracias al aldeano por haberle quitado esa pena de encima.
Recogió su equipaje y volvió por el camino por el que había venido pensando en cual sería su cifra.

Bueno espero que os haya gustado por que ami me encantó en el momento en que lo leí por primera vez. Evidentemente no es tal y como mi amiga me lo contó en su momento, sino que probablemente solo quede de él la columna vertebral de la historia. Por si no queda claro con todo esto quería decir que en la vida hay que recordar los momentos que verdaderamente valen la pena y no pensar que todo tiempo pasado fue mejor, pues si piensas así nunca disfrutaras del presente.