jueves, 13 de septiembre de 2012

Un Día Cualquiera


Un día cualquiera descubrí que los gordos, más si son pokeros, también llevan sujetador, es más lo llevan con mucho orgullo y no parece importarles lo que la gente diga de sus mórbidas tetas.
Aunque cabe la posibilidad de que fuese una pokera lo que vi, ya que aunque tenia el pelo corto, llevaba un piercing de esos que parecen verrugas en el labio, pero ya que esto no es lo principal de la historia haremos un Simpson y daremos un giro radical hilando mi duda existencial del pokero con sujetador, con mi salida del metro y la interminable espera en un banco mientras leía las tarifas de una empresa de telefonía móvil para llamar al extranjero.
Cuando lo releí por tercera vez apareció, por fin, mi acompañante.
Me levanté del frío, aunque agradable banco de metal, la besé y emprendimos nuestro particular viaje.
Salimos del metro en la estación de Atocha Renfe, línea 1 si mal no recuerdo, y continuamos en dirección al Retiro hasta la puerta de la cuesta de Moyano por la cual entramos.
Nada mas entrar, un coche de policía bajaba en dirección a nosotros. Lo esquivamos.
Empezamos, ella, a hablar de cosas sin mucha importancia, ya que sino ahora las recordaría. Miento, me acuerdo de una ya que al ser de carácter sexual hizo volar mi imaginación. Creía que una de sus amigas era lesbiana por no se que movidas y que tenia la sensación de que se quería liar con ella.
Gracias a Dios vimos una ardilla que era perseguida por dos gilipollas con  cámara, lo que me dio pie para cambiar de tema.
Ojala hubiese puesto más empeño en ese tema ya que después de vario minutos, ella se había adueñado de la ardilla por completo.
¡¡Mi salvación!! Pensé yo cuando ví a dos policías que paseaban cerca de donde se encontraba el pobre animalillo, pero como una pequeña mosca, caí en la trampa más grande que jamás pude imaginar, buscar el sitio en el que fumar cachimba, sin que ni la policía que estaban por todas partes, unos a caballo, otros en coche y otros andando, viniesen a molestar y sin que los inocentes niños que corrían y jugaban alegremente por el retiro fuesen traumatizados por nuestra sucias y perturbadas mentes adolescentes.
Aquí comienza la verdadera odisea.
No preguntéis ¿por dónde? Porque no lo recuerdo, pero llegamos al lago escuchando algo parecido música que, como una mascarilla de oxígeno, me dejó respirar en esa atmósfera corrompida por temas aburridos.
Nos dimos cuenta de que la música venían de unos altavoces que habían colocado en el lado opuesto del lago y aunque la calidad de la música y ella misma no era muy buenas, excepto una de Bob Marley, era mejor que escuchar “blablablabla”.
Por causa del aburrimiento y porque al parecer las chicas cuando llega al calor se pone más fresquitas con vestidos, minifaldas y demás, empecé a verlas pasar con gestos más bien cantosos, yo creo que hasta una de las veces que nos cruzamos con unas “guiris” me di la vuelta al cuello como la niña de el exorcista. Claro está que al final se pispó, se cabreo y si hubiese sido listo cuando ella se dio la vuelta yo tendría que haber salido allí saltando al lado o algo parecido. Pero al final, por lo caballero que soy y la boquita que tengo, la desenfadé rápido y seguimos nuestro camino a ninguna parte.
Llegamos altura de la salida del metro de retiro buscando un sitio donde colocar la cachimba, pero se ve que el retiro es más fácil encontrar a un payaso en monociclo que un sitio la sombra sin estar rodeado de gente.
Cuando nos encontramos totalmente perdidos, me cansé de seguir la ninguna parte y decidí tomar el mando y llevar esta relación titánica, no de titanes sino del Titanic, a buen puerto.
Encontré sitios bastante asequibles. Entre ellos uno donde unos canis hacían botellón pero que, a cambio de un porro, nos recibirían con los brazos abiertos al grito de “premoh premoh!!!”. A la señora no le gustó. Otra de mis opciones fue sentarnos con dos chicas muy majas en el mejor sitio que puedes encontrar en este parque. A la señora tampoco le gustó.
Ese no que hay niños, ese no que nos miran ese no que noseque...
A todo esto deciros que mi acompañante tiene un principio de paranoia aun sin diagnosticar  y que a cada persona que pasaba me decía “ves ese me ha mirado”, es más cuando encontramos nuestro magnifico sitio empezó a gritarle a un tio “¡que pasa quieres una foto!"
Bueno, continúo. Por fin después de buscar y buscar, encontramos (yo) el sitio perfecto.
Era un jardín rodeado de setos que impedía que nos visen, alejados de cualquier rastro de vida infantil y de cualquier policía y en donde tres grupos, uno de pijas que se hacían fotos, otro de pijos que fumaban en mini cachimbas individuales y otro de rapers, impedían que yo, por muy mal que estuviese la cosa, muriese de aburrimiento.
Bueno, el caso es que llegamos al sitio y nos hicimos un 15M allí mismo.
Empecé a montar la cachimba mientras escuchaba como las pijas reían mientras se hacían 273 fotos en la misma posición, para posteriormente subir todas y cada una de estas al Tuenti. Así son ellas.
En ese momento llegó lo que en mi opinión convirtió una tarde de besos y manoseos en una tarde, mmmmm digamos con rara.
Ella soltó algo parecido a esto:
“¿Recuerdas que el otro día cuando te pregunte que íbamos a hacer hoy dijiste que tu ibas a quedar con tu novia y que no podías quedar conmigo?”
Yo contesté que si a la vez que encendía el carbón.
“Pues me dijo Javi que si iba a quedar contigo para blablabla pero yo le dije que no por que  tu ibas a quedar con tu novia. Mi pregunta es ¿estas ahora con tu novia?” no se si fue exactamente así pero eso es lo que puedo recordar.
Después de asimilar la pregunta me di cuenta de que era una trampa. Si decía que si ella creería que éramos novios y se compactaría como tal, pero si decía que no, se pasaría el resto de la tarde de morros. Así que opté por callarme y darle un besito.
Después de montar la cachimba y fumar de ella, yo entré en un momento de relajación por lo cual me puse boca arriba y me tumbé poniendo la cabeza encima de su tripa y mientras ella me contaba blablabla y me quedaba flipadisimo con las margaritas que había a nuestro alrededor y con la muerte tan lenta y dolorosa que tienen a manos de una persona enamorada. (Referencia a un monologo de Dani Martín)
Mientras ella flipaba por lo flexible que era y repetía una y otra vez que nunca podría pensar que un tío entrase entre sus piernas, en el buen sentido, yo me acababa poco a poco el agua.
No se cuanto tiempo estuvimos allí, pero el suficiente como para tener que ir arrastrándome a una fuente.
Y por fin mis suplicas se hicieron realidad, recogimos juntos la cachimba y lo siguiente que recuerdo es estar otra vez enfrente del lago intentado con todas mis fuerzas que una fuente escupiera agua. Al final lo conseguí, llene la botella y se la di, por lo cual me las vi para beber agua de una fuente casi al ras del suelo.
Cuando sacie mi sed, me di la vuelta buscando a mi acompañante y me percaté de que esta estaba flipando con un pato subido a una valla de estas que hay para que los “guiris” que se acercan al estanque no se caigan y sean devorados por las carpas mutantes. A todo esto el pato estaba rodeado de dos familias con niños que fliparon tanto como yo cuando mi acompañante intentó cogerlo.
Decidí entonces, por el bien del pato y de los niños que miraban, llevármela de allí y seguimos andando como dos transeúntes más.
Al cabo de un rato salimos por fin del parque y bajamos por una de las calles paralelas a este que llegan hasta la cuesta de Moyano y bajamos, entre skaters, hasta Atocha.
Llegamos al McDonals y ella se puso en la cola para comprar un helado, yo por el contrario y sin hacer caso al cartel de “No Pasar” entré en el baño perseguido por la señora de limpieza. Empecé a beber agua como un cosaco y cuando por fin levanté la cabeza me di cuenta de que detrás de mí y armada con una fregona se encontraba la señora de la limpieza que me miraba muy seria. Limpiándome la cara de agua no se me ocurrió otra cosa que decirle: “Claro es que tu estas aquí en los baños fresquita pero no sabes el calor que hace ahí fuera”. Acto seguido abrió la puerta, le di las gracias y salí de allí esquivando la mirada del segurata y buscando a la chica en  la cola.
Salimos de alli en busca de un chino para comprar algo y subimos por la calle Atocha hasta Sol, pero a mitad de camino nos paramos con nuestros alimentos recién comprados y nos sentamos en un banco al lado de una vieja.
Al poco tiempo nos dimos cuenta de que la señora estaba mirando la pantalla de su móvil con una lupa y claro, descojono general en la cara de la vieja. Pero ella no parecía estar allí, ya que ni siquiera cuando me puse de pie para hacerle una foto se inmutó.

Cansados de reírnos de la pobre mujer, seguimos de camino a Sol en busca de un baño, por lo que nos dirigimos al Museo del Jamón.
Alli nos encontramos con unas estatuas vivientes que levitaban y al capitán Jack Sparrow que se puso a nuestro lado y sacó su catalejo para observar con atención este suceso tan extraño. Descojone general en la cara de Jack.
Después de esto nos dimos cuenta de la hora que era y nos fuimos. Cuando llegamos a nuestra parada se percató de que aun faltaba un poco hasta tenerse que ir a casa.
Estuvimos hablando y me dijo que dentro de poco sus padres la dejarían sola en casa y que me podría quedar a dormir (jajajaj a dormir dice jajaja). No me negué.
En una de esas vino un tren y dentro de el una amiga de la chica empezó a hacer gestos para que nos diésemos cuenta de que estaba allí. La saludamos y el tren se fue.
Este fue el momento de que se fuese a casa por lo cual la acompañé hasta los tornos y aquí después de besarla con mucha ternura me dijo las cuatro palabras mas bonitas que me ha dicho nadie “besas como una niña” (a cuantas niñas has besado tu pedazo de pjsdhf~$#ufviuhgÇ)
Con mi piropo a cuestas le di un beso en la frente, una palmadita en el culo y la dije “ala pa casa”.
Cambié de dirección y volví sobre mis propios pasos hasta Sol donde cogí la línea 3.
Me puse los cascos y empecé a escuchar música. Comencé a tararear una canción de Swan pero en un momento de subidon se me calló uno de los cascos y me di cuenta de que estaba cantado mas alto de lo que creía. Ahora entendía por que la gente contenía la risa. Rojo de vergüenza me cambie de vagón y al poco rato llegue a la ciudad.
Salí del metro y en la oscuridad eché la meada más grande que jamás había echado.
Me la guardé y, contento, baje la calle saltando, cantando, corriendo y adelantando a alguien que conozco pero que en este momento no recuerdo quien es.
En ese momento llamó mi padre. Le dije que bajaba del metro, así que quedamos en el centro de salud y como un gilipollas me vi corriendo mientras subía la calle.
Llegó mi padre y nos fuimos a casa mientras yo me inventaba una escusa para explicar por que bajaba solo del metro.
Bueno y aquí termina este fatídico día del que solo hago que arrepentirme pero he de reconocer que una vez escrito suena mejor de lo que parece, pero bueno lo pase bien que es lo que importa.
Ah, por cierto esta no es la versión original sino que es una versión censurada de lo que en realidad ocurrió ya que hay gente que se pasea por el Blog (aunque no os lo creais) y no me apetece que se enteren de cosas
Asique si alguien quiere la versión original que me deje un comentario y yo se la pasare con mucho gusto.